La comunidad naciente se ha encontrado con la mirada de Dios
Con una casa de campaña, elementos litúrgicos básicos, los esenciales de sobrevivencia, un crucifijo al hombro y un fuego ardiente por almas, parten para plantar la Iglesia donde no existe, o donde hay un exiguo puñado de católicos.
Estas fueron las palabras de Julio, luego de la emocionante boda que tuvo con su consorte Griselda, luego de esperar más de 30 años que un misionero regresara a la Isla Casaya y los casara por Iglesia.
Dentro de esta región hay al menos 22 aldeas de diversas etnias con cientos de habitantes que no conocían a su Salvador; no conocían al que murió por amor, por ellos.
En las regiones pobres de Malawi como Wenya, Chitipa y Chisenga, acudir al médico es prácticamente imposible. No somos indiferentes a la situación de pobreza extrema en la que vive la gente.
Hoy comenzamos el segundo día de misión. Arrancamos antes del amanecer -a las 4:30- el punto de partida fue la capilla que todos los misioneros consideran una joya, una reliquia.
Un avión con dirección a Lilongüe, capital de Malawi. Diez horas de autobús, hasta Karonga, al norte del país. Desde allí, en un vehículo cuatro por cuatro, durante cinco horas, hasta llegar a Wenya.