Esto es, visitar cada comunidad como los evangelizadores en tiempos bíblicos: “Vayan y anuncien el evangelio. No lleven ni oro ni plata, ni cobre en vuestras bolsas; ni alforja para el camino, ni dos ropas de vestir” (Mc.6:8) … tal cual. Con una casa de campaña, elementos litúrgicos básicos, los esenciales de sobrevivencia, un crucifijo al hombro y un fuego ardiente por almas, parten para plantar la Iglesia donde no existe, o donde hay un exiguo puñado de católicos.